La gota es una enfermedad conocida desde la antigüedad. Se caracteriza por episodios bruscos de dolor intenso, hinchazón, enrojecimiento, gran sensibilidad al tacto y aumento de la temperatura local, en una o más articulaciones debido al depósito de sales de urato en el interior de las mismas.
La inflamación de las articulaciones en la gota se debe a que se forman en su interior microcristales de una sal de ácido úrico (urato monosódico monohidratado). Los ataques de inflamación son una consecuencia de la presencia de estos cristales en la articulación, y nunca ocurren en su ausencia. Para que se formen cristales de urato es necesario que los niveles de ácido úrico en la sangre estén elevados, lo que se conoce como hiperuricemia; en cualquier caso, aunque la hiperuricemia es frecuente (la presenta un 7% de la población), sólo una minoría de las personas que la tienen, llegan a formar cristales y sufrir gota.
Esencialmente la gota produce inflamación articular, casi siempre en forma de artritis aguda de una sola articulación; es decir, una articulación pasa en pocas horas de estar asintomática a hincharse intensamente (lo que se debe a que su cavidad se llena de líquido sinovial formando un derrame), su superficie puede enrojecerse, y se vuelve casi siempre intensamente dolorosa y su función se hace dificultosa por el dolor. En ocasiones la inflamación puede ser menos intensa y las molestias más llevaderas. Las articulaciones que pueden sufrir ataques de gota son diversas, pero las más habituales son la base del dedo gordo del pie (lo que se llaman ataques de podagra), el dorso del pie, tobillo, rodilla, muñeca o alguna articulación de los dedos de la mano. También se puede inflamar la bursa sinovial del codo, o la que tiene el tendón de Aquiles cuando se une al talón.
La presencia de cristales de urato es necesaria para que las articulaciones se hinchen. Estos cristales se identifican, mediante un microscopio, en el líquido sinovial extraído de las articulaciones inflamadas durante los ataques de gota, permitiendo un diagnóstico preciso de la enfermedad; es más, los cristales también pueden identificarse fácilmente en el material obtenido de un tofo o en el líquido de articulaciones asintomáticas que previamente hayan sido inflamadas.
La gota es una enfermedad con un tratamiento muy eficaz. Debe enfocarse como dos problemas independientes: el tratamiento del ataque agudo de gota y el tratamiento del aumento del ácido úrico en sangre (hiperuricemia).