Se llama artritis a cualquier inflamación a nivel articular. Se caracteriza por la presencia de dolor, enrojecimiento, calor local y limitación de la capacidad funcional articular. La artritis produce un dolor de características “inflamatorias”, es decir, de predominio matutino, que suele mejorar con el movimiento y que no cede con el reposo.
El diagnóstico diferencial entre uno y otro tipo se basa en una correcta anamnesis y exploración física, así como en determinadas pruebas de imagen (Radiografías, ecografías) y pruebas analíticas.
Artritis Reumatoide
Es una enfermedad en la que se inflaman las articulaciones produciéndose dolor, deformidad y dificultad en el movimiento, aunque también puede afectar a otras partes del organismo. Es una enfermedad crónica, con baja frecuencia de curación espontánea, aunque con un tratamiento adecuado se consigue un buen control de la enfermedad en la mayoría de los casos.
Las molestias y limitaciones que ocasiona la artritis reumatoide varían mucho entre enfermos, por lo que no existen dos enfermos iguales. La artritis reumatoide es una de las más de 100 enfermedades reumáticas existentes, con un pronóstico y un tratamiento específicos, por lo que el diagnóstico debe ser preciso (generalmente realizado o confirmado por un reumatólogo).
La artritis reumatoide es frecuente, ya que en nuestro entorno la padece una de cada 200 personas (200.000 afectados en España). Es más frecuente en mujeres, pero también afecta a varones. No es una enfermedad propia de la edad avanzada y aunque puede aparecer en ancianos, se presenta con mayor frecuencia entre los 45 y 55 años. Asimismo, una forma muy similar de la artritis puede afectar a los niños.
La inflamación de las articulaciones produce dolor e hinchazón. El dolor articular es el síntoma más frecuente y el hinchazón articular puede ser más o menos visible por el paciente. Las articulaciones que se inflaman con mayor frecuencia son las muñecas, las articulaciones de los dedos de las manos y de los pies, los codos, los hombros, las caderas, las rodillas y los tobillos. Además del dolor y la hinchazón, por las mañanas puede existir dificultad en el inicio de los movimientos (rigidez matutina) de duración variable, y que puede llegar a ser incluso de varias horas de duración.
La inflamación persistente puede acabar dañando los huesos, ligamentos y tendones de alrededor. La consecuencia será la deformidad progresiva de las articulaciones y la pérdida y reducción de la movilidad articular, lo que puede llevar al enfermo a un cierto grado de discapacidad para realizar algunas tareas de la vida diaria.
La artritis reumatoide no tiene en el momento actual un tratamiento curativo, lo que no significa que no exista tratamiento. Es más, van apareciendo nuevos medicamentos que permiten controlar la enfermedad en un porcentaje cada vez mayor de pacientes. La colaboración entre enfermo y médico es fundamental para el control de esta enfermedad.
Artritis Psoriásica
Es una enfermedad de las articulaciones que se presenta en algunos enfermos (aproximadamente un 10%) que padecen psoriasis en la piel, lo que le otorga unas características peculiares en cuanto a evolución y pronóstico. La lesión articular es inflamatoria, es decir, con dolor, hinchazón, calor, y dificultad de movimiento de la articulación afectada, ya la larga posibilidad de deformación. La gravedad de la artritis no tiene relación con la extensión de la lesión de la piel. Es una enfermedad crónica, que evoluciona irregularmente a lo largo de la vida, con épocas de inactividad y épocas de inflamación y dolor.
Es una enfermedad frecuente ya que si consideramos que la psoriasis afecta a un 2% de la población y la artritis a un 10% de los mismos, en el Estado español, sobre una población de unos 40 millones, habría 80.000 personas con artritis psoriásica . El inicio de la artritis psoriásica suele darse entre los 30 y los 50 años, y puede afectar a personas de cualquier edad y sexo, incluso a niños.
La artritis psoriásica se inicia lentamente. La psoriasis suele aparecer años antes que la afectación articular y sólo un 15% de los artríticos presenta antes la lesión articular que la lesión cutánea o de las uñas.
Por un diagnóstico correcto, las lesiones de la piel o de las uñas deben ser confirmadas como psoriásicas. Primero, demostrando que hay psoriasis, después demostrando que existen artritis y finalmente confirmando que las características clínicas y radiológicas corresponden a la artritis psoriásica.
La artritis psoriásica no tiene en el momento actual ningún tratamiento curativo, lo que no significa que no exista tratamiento. Es más, van apareciendo nuevos medicamentos que permiten controlar la enfermedad en un porcentaje cada vez mayor de pacientes.